Javier Neila: «La bioclimática es una forma de reconciliar arquitectura, clima y vida»
Texto adaptado a partir de la entrevista original
Javier Neila, arquitecto, catedrático y pionero de la arquitectura bioclimática en España, lleva décadas defendiendo una forma de construir más consciente, sostenible y adaptada al entorno. Desde su experiencia en la universidad y la obra, nos habla de azar, fachadas, confort y por qué deberíamos volver a mirar hacia la arquitectura sin arquitectos.
Claudio Céntreeco: ¿Quién es Javier Neila?
Javier Neila:
Un tipo corriente con mucha suerte. La suerte de haber convertido lo que me interesaba en una vocación.
CC: Naciste y creciste en Madrid. ¿Cómo fue ese primer contacto con la vivienda?
JN:
Vivíamos en el barrio de Chamberí, en casas antiguas, profundas y algo oscuras. Muy frescas en verano, pero frías en invierno. Siempre me fascinaban los edificios nuevos que iban surgiendo: esa arquitectura moderna fue mi primer deseo, mi primer impulso vocacional.
«Antes de enchufar una máquina, hay que pensar el edificio.»
CC: ¿Y cuándo decidiste estudiar arquitectura?
JN:
Por puro azar. En plena adolescencia, sin saber si optar por algo creativo o técnico, vi en televisión la película El manantial. Gary Cooper hacía de un arquitecto que rompía con todo. Me pareció admirable. Si hubieran puesto una de médicos, quizá hoy estaría operando a corazón abierto.
CC: Fuiste de los primeros en hablar de “bioclimática” en España. ¿Existía el concepto cuando estudiabas?
JN:
No. Ni la palabra. Se hablaba, con suerte, de “arquitectura solar”: grandes ventanales al sur, cerrados al norte. Eran modelos pensados en países fríos, centrados en ahorrar calefacción. La idea de aprovechar lo bueno del clima y protegerse de lo malo fue madurando con el tiempo. Hoy lo llamamos arquitectura bioclimática.
CC: ¿Y cómo explicas la arquitectura bioclimática a alguien no técnico?
JN:
Es simple: es una arquitectura que se adapta al clima del lugar. Aprovecha lo bueno —la luz, el sol, la orientación— y se protege de lo malo —el exceso de calor, frío, viento o humedad. Nada más. Ni es magia, ni es futurismo. Es sentido común.
«La tecnología nos hizo olvidar cómo construir bien.»
CC: ¿Eso no es lo que ya hacían nuestros antepasados?
JN:
Exacto. La arquitectura vernácula era bioclimática por necesidad. No había tecnología, así que había que pensar, probar, equivocarse y aprender. Las sociedades que supieron construir espacios confortables sobrevivieron. Las que no, desaparecieron. Hoy solo estamos recuperando lo que funcionaba, mejorándolo con tecnología.
CC: ¿Y qué ha roto ese vínculo?
JN:
La tecnología, precisamente. Cuando apareció el aire acondicionado, dejamos de pensar. Fue más fácil enchufar una máquina que diseñar una buena orientación. Perdimos memoria colectiva. Ahora estamos volviendo, con más ciencia y datos, pero es una vuelta a lo esencial.
CC: ¿Qué debería mirar alguien que compra una vivienda hoy?
JN:
Lo primero: su calificación energética. Es una pista de cómo está resuelta esa casa. Luego, la luz: una vivienda luminosa influye en el estado de ánimo, no solo en el recibo de la luz. Y claro, la ventilación cruzada, los materiales, la orientación. Son claves invisibles que marcan la diferencia.
«El confort empieza con una buena orientación.»
CC: ¿Y por qué no se diseñan las fachadas según la orientación?
JN:
Es absurdo que todas las fachadas sean iguales. Una fachada sur en Madrid debe abrirse al sol. La oeste es la más crítica en verano. Y la norte, con los vidrios adecuados, puede ser fantástica. Cada orientación requiere un tratamiento específico. No hay una regla fija: hay que estudiar cada caso.
CC: ¿Es más importante invertir en persianas que en aire acondicionado?
JN:
Sin duda. El comportamiento pasivo del edificio —su diseño, orientación, protecciones solares— debería ser lo primero. Lo activo —los aparatos mecánicos— viene después. Pero nos hemos acostumbrado a depender de las máquinas en lugar de pensar con el lápiz.
Puedes escuchar la entrevista completa en nuestros canales de Youtube y Spotify.